sábado, 29 de mayo de 2010

Máscara de hierro corazón de piedra.


También un alma punzante y sangre fría como un hielo.
Ojos cerrados pero mente bien abierta.
Vida solitaria pero imaginación por un tubo.
Sonrisa falsa pero felicidad convincente.
Huesos de gelatina y piel dura como la de un cocodrilo.
Mente sabia e inteligencia de niño pequeño.
Vida sana y muerte en el paraíso.
Aire frío y respira vapor.
Brisa de mediodía y llanto a media noche.
Pero sigue la vida. Continúa ese dolor punzante y convive con la tristeza emocional que te produce esa soledad.
Sigue, intenta volar hacia el infinito que se refleja en tu ventana.
Pon le el fin que las cosas se merecen.
Valentía, venganza y risa malévola, en eso se basa la vida.
Grita en el vacío, allí donde el sonido es sordo, todos tus secretos... Sin miedo a lo que dirán, sin que nadie pueda entenderte, sin consejos ni amigos. Solo soledad.
Esboza una sonrisa a lo que más te hace daño y sigue.
Esa es la cuestión, el amino no importa mientras puedas echar a andar sin miedo a caer, sin ayuda para levantarte.
Ponle FIN con determinación y firmeza a aquello que debes poner y retrocede en los malos pasos.
Disfraza tu físico y deja que se enamoren de ti.
Agarra con fuerza esos abrazos que te ofrecen y sobre todo escucha cuando nadie diga nada.
Tu llora, quéjate y reclama aun que no haya nada que ganar.
Y llorar no es lo peor que te puede pasar, a veces reír es lo menos satisfactorio.
Pero ama y, aun que cueste, déjate amar; porqué es ese sentimiento, será el que te ponga las piedras en el camino y te cure las heridas al caer.
Intenta plantearte si el fallo eres tú o has sido tú el que lo provocó.
Haz volar al Peter Pan que llevas dentro y despliega las alas.
No mires al suelo, solo toca el cielo y se feliz.

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